13 marzo 2021

Creo en el Arte

     Era una noche que se presumía larga y se me ocurrió dejar constancia de unas palabras de Rubén Darío que ponen de manifiesto el carácter rítmico del arte. Dice que persigue una forma que no encuentra su estilo, poemas de Prosas profanas que lo llevan a un sabor a frustración y desaliento poéticos, a la vez que de signo inquisitivo(1); porque todo arte ¿no está inmerso en una serie de preguntas sincronizadas con el desaliento? En este siglo XXI lleno de refugios electrónicos que no guardan de nada, quizá algunos somos protegidos por unas palabras con ritmo, con musicalidad que es el verso; con una imagen que describe a un hombre que danza sobre la lluvia como mito de realización(2); y una música que halla su cobijo en la escucha de un mundo que solo oye, mientras uno de cada cincuenta sabe el tempero y el cimiento de las notas. ¿El artista siempre ha sido un extranjero que no ha sabido habitar el mundo? Gaston Bachelard, en La poética de la ensoñación dice que 'existen playas de tranquilidad en medio de las pesadillas' (3), el verso, la diatriba que hoy en día se ha olvidado, al lado de poéticas urbanas que lo refuerzan, he ahí la paradoja. Lo que Aristóteles llama imitación se aproxima a lo que va a suceder y eso en este siglo XXI parece que está suplantado por la tecnología, que puede dibujar un futuro que no existe en la pantalla de un Smartphone.




    Pero quién sabe si esto se ha tratado ya. Miramos con fuerza una sensación de utopía al decaer por esta sigilosa discordancia del tiempo que felicita el arte en su concepción. Esta medida que va creciendo se populariza en la duda, pues nunca ha estado en la multitud. La fe en una globalización que no trae ningún sentido porque el arte es otra cosa; el arte es el silencio con que el mundo espera descubrir la luz, más ambientada en las tinieblas que nunca. El verso surge de esa imitación siniestra de eso que Bachelard llama sueño. Hoy podría haber contado la historia de dos amigos que rompen sus matrimonios para recuperar su amor porque lo he soñado en una siesta inmediata, y si pudiera fotografiarlo. Es esa duda la que construye el arte, la que hace de una fotografía, un verso, una pintura, la música, la escultura, el cine lo que es. ¿Y qué es? Quizá el péndulo con el que en la película El sur de Erice se busca agua.

(1) Rubén Darío, Prosas profanas, edición de José Olivio Jiménez, Alianza Editorial.

(2) Henri Cartier-Bresson, Detrás de la Estación de Saint Lazare

(3) Gaston Bachelard, La poética de la ensoñación, Breviarios, Fondo de Cultura Económica.    

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